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Cada ser humano se relaja de una forma distinta porque su estrés, tanto sus causas como sus consecuencias, son personales. Uno puede relajarse mejor en la sauna mientras que otra persona lo haga al disfrutar de un largo paseo en la naturaleza. Otros prefieren los ejercicios de yoga o incluso montar a caballo.
Y tú, ¿sabes cómo relajarte?
Descubrir poco a poco qué es lo que te relaja es un camino muy interesante. No pierdas de vista la siguiente regla: evitar la presión. El objetivo es relajarte y sobre todo no crear nuevas presiones durante el proceso. De hecho, no sería la primera vez que en un intento por desconectar, se consigue el efecto contrario y se produce una mayor carga de estrés.
Tipos de relajación
Los métodos para la relajación profunda están diseñados para lograr efectos permanentes. Los ejercicios serán generalmente diseñados para realizarse en un entorno tranquilo. En contraste, la corta relajación busca un efecto inmediato y su objetivo será reparar lo antes posible una carga de estrés excesiva.
Pongamos un ejemplo en el que el protagonista sea un hámster desde su rueda. Después de haber estado en actividad, lo que suele hacer es dormir. Nosotros, los humanos, dependemos del tiempo y continuamente giramos en nuestra rueda de la vida. ¿Por qué no pararla, de repente, y seguir el ejemplo de este hámster? A veces, las mejores lecciones están más cerca y son más sencillas de lo que creemos.
Mediante estos métodos de relajación que te presentamos podrás encontrar una rápida mejora en tu salud. Presentan beneficios como una disminución de la presión arterial, un alivio del dolor y una bajada de tensión. También baja el ritmo cardíaco y ayudan a aumentar la concentración.

Algunos consejos para relajarse
● Dedícate tiempos de espera. Solo tú puedes diseñarlos. Disfrutar de un café en la cafetería de la esquina o cruzar el parque para llegar a la oficina, dar un paseo en bicicleta al terminar la jornada laboral o cenar con unos amigos puede ayudar a procesar los eventos del día. Lo más importante es que los costes de estos descansos son insignificantes, sobre todo si se considera que la ventaja que tienen es mucho mayor.
● Respiración profunda. Inspirar y expirar correctamente activando los mecanismos pulmonares entre cinco y diez minutos. Esta técnica ayudará a controlar la ansiedad, de forma que cuerpo y mente se concentran en esa actividad. Podemos realizar respiraciones profundas y mantenemos el aire en nuestros pulmones un par de segundos entre inspiración y expiración.
● Actividad al aire libre. Incorporar el deporte o actividad moderada a nuestra vida diaria es otro de los beneficios de la educación física.
● Caminar por un espacio exterior. Andar concentrado en nuestros pasos contribuye a reducir la ansiedad mediante el movimiento.
● Meditar. Abstraerse de la situación o pensamiento que genera ansiedad ayuda a reducir la tensión.
● Masajes. Proporcionan relajación y favorecen el sueño.
● Escuchar música. La música relajante libera la mente de preocupaciones.
● Conversar con alguien. Entablar una conversación sobre cualquier tema con amigos o familiares ayuda al cuerpo y mente a evadirse de la ansiedad.
● Poner la atención en el presente. Para salvar las situaciones de tensión es mejor prestar atención a lo que ocurre delante de nosotros, en lo que podemos influir.
● Reír. Encontrar una situación o una persona que nos ayude a reír servirá como método de relajación.
● Recordar un momento feliz. En los momentos de tensión es recomendable echar la vista atrás para recordar un momento de felicidad. Eso sirve para tomar conciencia de que es posible dejar atrás ese mal momento.
● Relajación progresiva. Se busca la entrada del cuerpo en un estado de total relajación a través del control del mismo. Para ello es necesario relajar el cuerpo poco a poco en posición horizontal desde los pies, pasando por las piernas, el abdomen y finalizando en la cabeza.
● Relajación auditiva. Acostado, hay tapar el canal auditivo para alcanzar la relajación total.